Love me or Hate me.

8/10/08

Los árboles mueren de pie.

Isabel: ¿Me llamaba?
Abuela : Acércate. Mírame de frente y contesta sin vacilar. ¿Qué me andas ocultando todos estos días?
Isabel : ¿Yo?
Abuela : Los dos.
Isabel : ¡Abuela!
Abuela : Sin desviar los ojos ¡Contesta!
Isabel : No la entiendo.
Abuela : De sobra me entiendes, y es inútil seguir fingiendo. Comprendo que es una confesión demasiado íntima, quizá dolorosa, pero no te estoy hablando como abuela a nieta. De mujer a mujer, Isabel ¿Qué pasa entre Mauricio y tú?
Isabel : Por lo que más quiera, ¿Qué es lo que está sospechando?
Abuela : No son sospechas, hija; Es la realidad. Esta mañana cuando Genoveva subió el desayuno, tú estabas dormida en tu cuarto sola. Mauricio estaba durmiendo en la habitación de al lado ¿Puedes explicarme qué significa eso?
Isabel : ¿Lo de las habitaciones...? ¿Y eso era todo? (ríe, nerviosa)
Abuela : No veo que tenga ninguna gracia; Al contrario. Esa misma risa nerviosa, ¿No quiere decir nada?
Isabel: Nada. Es que me hablaba usted en un tono... como si hubiera descubierto algo terrible.
Abuela : ¿Te parece poco? Por lo pronto, un matrimonio que duerme separado es una inmoralidad. Pero puede significar algo peor : un amor terminado.
Isabel : ¡Pero no, abuela! ¿Cómo puede ni pensarlo siquiera?
Abuela : ¿No tendría motivos?
Isabel : Ninguno. Simplemente, lo que pasa es que por la ventana del jardín entran mosquitos. Mauricio no puede resistirlos.
Abuela : ¿Y tú, sí? ¿qué matrimonio es éste que se deja separar por un mosquito?
Isabel : No era uno, ni dos, ni tres. ¡Era una plaga!
Abuela : ¡Ni aún así! Cuando yo tenía tu edad no me hubieran separado de mi marido ni las diez plagas de Egipto.
Isabel : Pierda cuidado. ¿Pero qué importancia tiene una separación de momento?
Abuela : No es un momento lo que me preocupa; Son todos los minutos de toda la vida. Cuando se llega a mi edad ya no hay más felicidad posible que presenciar la de los otros; Y sería muy triste que por verme feliz a mi estuvierais fingiendo algo que no sentís.
Isabel : ¿Ha llegado a pensar que Mauricio y yo no nos queremos?
Abuela : Delante de mí, demaciado; Pero después... Ayer, cuando tomabais el té en el jardín, yo estaba en la vetana. Ni una mirada,ni una palabra entre los dos; Él pensaba en sus cosas, tú revolviendo tu té con los ojos bajos. Cuando fuiste a tomarlo, ya estaba frío.
Isabel : Un silencio no quiere decir nada. Hay tantas maneras de estar juntos un hombre y una mujer.
Abuela : ¿Podrías jurarme, con la mano en el corazón que eres completamente feliz?
Isabel : ¿Por qué me lo pregunta?
Abuela : No sé ... Hay algo raro entre vosotros. Te noto acobardada delante de él, como si él fuera el que manda. Y en el verdadero amor no manda nadie; Obedecen los dos.
Isabel : ¡Mauricio es tan superior a mí en todo! No necesita mandar para que yo sea feliz obedeciendo.
Abuela : Malo es que lo pienses, pero por Dios, Que no lo sepa él o estás perdida. Siempre se ha dicho que el amor es un poco como esos carritos chinos : uno muy cómodo, sentado dentro y el otro tirando. Por lo visto, esta vez te ha tocado a ti tirar del carrito.
Isabel : ¡Y qué importa si es mío lo que va dentro! Ojalá fuera más pesada la carga y más duro el camino para merecerlo mejor a la llegada.
Abuela : ¡Pero qué estás diciendo! Hablas de tu marido como si no fuera tuyo; como si tuvieras que ganártelo aún.
Isabel : Es que usted no puede imaginar todo lo que es Mauricio para mí. Es más que el amor, es la vida entera. El día que le conocí estaba tan desesperada que me habría dejado morír en un rincón como un perro con frío. Él pasó junto a mí con un ramo de rosas y una palabra; Y aquella palabra sola me devolvió de golpe todo lo que creía perdido. En aquel momento comprendí desde dentro que iba a ser suya para siempre, aunque fuera de lejos, aunque él no volviera a mirarme nunca más ¡Y aquí me tiene, atada a su carro, pero feliz porque es suyo!
Abuela : ¿Tan loca estás, hija?
Isabel : Si la locura es eso, bendita sea la locura. Benditos los ojos quer me miran aunque no me vean. Bendita su mano en mi cintura aunque no sea más que un sueño. Escuchame abuela .... El otro día me preguntaba usted por qué no quería hablar otro idioma que el de Mauricio ¿Comprende ahora por qué? Un idioma no son las palabras, son las cosas, es la vida misma. Cuando yo era niña, mi madre me decá <>; era una palabra. Cuando iba a la escuela, la maestra me decía <>; era otra palabra. Pero la primera vez que Mauricio, sin voz casi, me dijo <<¡querida!>> aquello ya no era una palabra : era una cosa viva que se abrazaba a las entrañas y hacía temblar las rodillas. Era como si fuera el primer día del mundo y nunca se hubiera querido nadie antes que nosotros. Por la noche no podía dormir <<¡Querida, querida, querida...!>> Allí estaba la palabra viva rebotándome en los oídos, en la almohada, en la sangre. ¡Qué importa ahora que Mauricio no me mire si él me llena los ojos! ¡Qué me importa que el ramo de rosas siga diciendo <> si él me dio fuerzas para esperarlo todo! Si no hace falta que nos quieran... ¡Si basta querer para ser feliz, abuela, feliz, feliz ...!
Abuela : Basta, criatura, basta. La verda es que no sabe una con qué carta quedarse. Hace un momento tenía la preocupación de que no le quierás bastante y ahora casi me da miedo verte quererle tanto. Pero de esto ni una palabra a él, ¿Lo oyes? Aprovecha ahora que eres joven para subirte al carro, y que tire él un poquito, que para eso es hombre.


(ojalá algún día, pueda decir lo que dice Isabel sobre su Mauricio)

1 comentario:

Tacchan dijo...

no entendí (?
jaaj :P

porque cerraste /gotothe60? :O

un beeso Vico :D !